Después de aprender a caminar,
era necesario comenzar con nuevos retos, lo primero que tenían en mente mis
papás era que yo pudiera decir mis primeras palabras. Pero se cruzó un
inconveniente en el camino.
Cuando era más pequeña dormía sin
ningún problema en mi cuna, siempre ha sido difícil que me apaguen la pila y me
duerma de un momento a otro pero no tenía problema en dormirme sola en mi cuna.
No recuerdo exactamente en qué momento comencé a dormirme con mis papás, sé que
era complicado para ellos dormir conmigo, en varias ocasiones oí cuando mi mamá
le decía a mi papá que se sentía adolorida del cuello pues no había podido
dormir bien, la pobre de mi mamá dormía de ladito en la orilla de la cama a
punto de caerse.
Mi papá, pegado a la pared,
varías veces con mis piecitos en su cara o recibiendo patadas en su espalda
también se veía cansado por las mañanas al no dormir bien. Y es que ya se había vuelto todo un
espectáculo el poderme dormir, no comprendía que ya era muy tarde para seguir
despierta y yo quería seguir jugando a pesar de que la luz en el cuarto ya la
habían apagado, me movía en la cama, me sentaba arriba de mis papás, les
trataba de abrir los ojos cuando ya los tenían cerrados, me bajaba de la cama
para seguir jugando y hasta me ponía a llorar cuando mis papás lo único que
querían era descansar.
Llego una noche hace algunas
semanas en las que mi papá decidió sacarme de la cama y ponerme nuevamente en
la cuna, ambos sabíamos que no iba a ser algo fácil, ya me había acostumbrado a
dormir con ellos. Mi papá apago las luces, me deposito en mi cuna y me dijo que
ya me tenía que dormir sola, obviamente hice un drama, me puse a llorar, gritaba
como si me dejaran sola en un lugar desconocido.
Mi papá me saco de la cuna, me
cargo, me trato de arrullar, hablo conmigo pero yo seguía haciendo mi berrinche,
él estaba dispuesto a no desesperarse y yo a no callarme, alguien iba a
terminar cansándose.
Al final fui yo la que se venció,
creo que después de tanto llorar y gritar me había cansado, no supe en que
momento me comenzó a atrapar el sueño solo sé que al otro día desperté en mi
cuna. Así pasaron otras cuatro o cinco noches, los dramas, gritos y llanto se
hacían presentes. Estoy seguro que mi papá varias veces pensó que esto no
estaba funcionando y que nunca aprendería a dormirme nuevamente sola, pero
después de varios berrinches aprendí la lección.
Hoy ya estoy durmiendo sin
problemas en mi cuna, ya no hago dramas para dormir, creo que poco a poco
comencé a comprender que llega un momento durante el día en el que es necesario
descansar, comprendí que ese momento es cuando mis papás me colocan en mi cuna
y apagan la luz. Mis papás ya descansan mejor y mi mamá ya no tiene que estar
con sus ojitos entreabiertos después de media noche tratando de arrullarme.
Esta etapa de aprendizaje fue
dolorosa, me fue difícil separarme de mis papás al momento de dormir y sé que
no solo fue difícil para mí, sé que a mis papás también les partía el corazón
verme llorar así.
Dejarme hacer lo que yo quiera
sería un grave error para mi futuro, aprender con lágrimas a veces es
necesario.
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