Aún me siento cansada, hasta bostezo por el sueño que tengo, pero el cansancio bien vale la pena después del sábado de fiesta que viví y del cual aún no me recupero de la desvelada. Familiares y amigos se reunieron para acompañarnos en dos importantes celebraciones para mí y mis papás.
Desde un día antes me di cuenta que no era un día normal, mi abuelito no fue a trabajar pero en la casa estaba de arriba abajo, mis dos abuelitas estaban en la casa y junto con mi mamá comenzaron a preparar comida, bastante comida, yo pensé que harían comida para varias semanas y así no preocuparse de estar cocinando a diario. Pero al avanzar el día, este se volvía cada vez más extraño, llegaban más personas y todos se ponían rápidamente a ayudar en algo.
Ya por la tarde la casa comenzó a llenarse de globos, no podía dejar de verlos, cada vez eran más y más, no sabía donde iban a meter tantos ni para que los querían. Al llegar del trabajo, mi papá fue el encargado de ir colocando cada uno de los globos en el techo, ayudado de mis tíos y mi mamá, la sala de la casa se comenzaba a ver adornada como para una fiesta.
El día había sido muy largo, era momento de dormir, todas las personas que estuvieron ayudando comenzaron a irse a sus casas.
Al otro día desperté y todos seguían con el mismo ritmo, mis abuelitos de arriba abajo, mis papás no se diga, por un momento no reconocí la casa pues ya no había ni mesas ni sala y en cambio había muchísimos globos por todos lados, en el comedor, la sala, el patio y hasta afuera de la casa.
Comenzaba a entender las cosas, en la casa iba a haber una fiesta, sí claro, por eso tanta comida. Pasaban las horas y mi familia se veía cada vez más apurada, al parecer el tiempo estaba encima. Llegaron mis tíos, me traían un vestidito blanco e inmediatamente me lo comenzaron a poner, después de hacerlos batallar un poco, me lo lograron poner, ahora era momento de hacerlos sufrir para ponerme los zapatos y es que debo confesarles que no me gustan los zapatos en general, prefiero andar sin nada en los pies, al final lograron ponérmelos con ayuda de mi mamá.
Todos bien bañaditos y bien vestiditos nos subimos al carro. Llegamos a un lugar donde en poco tiempo me di cuenta que mis papás, mis tíos y yo éramos el centro de atención. El lugar al que habíamos llegado era una iglesia, pude ver que había varias caras conocidas y hasta el momento que salió el padre a recibirnos a la entrada me entere que se trataba de un bautizo, mi bautizo.
Como les decía al inicio, aun tengo mucho sueño y ya no puedo seguir contándoles, pero pronto les escribiré la segunda parte de lo que fue mi fiesta de bautizo.